domingo, 25 de septiembre de 2011

Verne y Pym




La influencia de Poe sobre Julio Verne fue muy importante, de hecho Verne escribió en 1864 un libro titulado “Edgar Poe y sus obras”, en el IV capítulo se refiere a la “Narración de Arthur Gordon Pym…” realiza un resumen, da su opinión sobre la obra y concluye diciendo: “¿Quién la retomará algún día? Alguien más audaz que yo y más resuelto a avanzar en el dominio de las cosas imposibles”. Paradójicamente fue él mismo el que retomó la historia y continuó la saga. Aunque no se equivocó. Más tarde alguien audaz como él, hizo su aporte, fue H. P. Lovecraft.



Primera edición francesa. Dibujos de George Roux

“A la memoria de Edgar Poe.” De esta forma comenzaba Julio Verne su libro, “La Esfinge de los Hielos” publicada en 1897. La obra es la continuación de “Narración de Arthur Gordon Pym de Nantucket” (1838) de Poe y trata sobre la búsqueda de la tripulación de la goleta Jane Guy en la cual viajaba Pym cuando se internaron en el polo sur.
Como en la novela de Poe la historia es el relato de uno de los personajes, en este caso se trata Joerling, un geólogo que realizaba un estudio en las Islas Kerguelen y se embarca en la goleta Halbrane, cuyo capitán era Len Guy, hermano de William Guy que fue el capitán de la goleta Jane Guy desaparecida en la isla Tsalal, junto con Arthur Gordon Pym y los demás. Len busca a su hermano desaparecido. Se inicia entonces una travesía que culmina con el hallazgo de la esfinge de hielo.
En mi opinión en el aspecto argumental de la obra, aunque la aventura es nutrida, la relación entre los personajes es compleja y variable, cambiando las identidades de los personajes. En relación con la “Narración de A. G. Pym…” da la sensación de que Verne buscó reducir todo el misterio dejado por Poe dando una explicación científica a todo lo ocurrido y reduciéndolo a la sola figura de la esfinge de hielo. Hace desaparecer la identidad de Richard Parker con otro nombre, lo cual hace probable su conocimiento de lo ocurrido con el barco Mignonette, su eliminación quizá se deba a que Verne pretendió focalizar el enigma exclusivamente en la esfinge de hielo y su naturaleza. En la historia encuentran el cadáver de Pym junto a la esfinge, pretendiendo de esta forma acabar con el mito de Pym, cosa que no pudo. ¿Por qué lo hizo? ¿Sería porque ya había creado al Capitán Nemo[1]? No lo sabemos. Algunos autores, como Roy Thomas y Dann Thomas[2], argumentan que Pym cambió su nombre por el de Nemo, aunque no es convincente puesto que Verne lo deja bien claro, Nemo es el Príncipe Dakkar (La Isla Misteriosa, 1874).


La clave más importante de Verne está en la esfinge de hielo con un “alma” de piedras negras magnéticas. El símbolo de la esfinge, según los griegos, está asociada a las Musas, de las que aprendió la disciplina del enigma, debido a sus propiedades magnéticas, muchos autores la asocian con la Rupes Nigra (Roca Negra), aquella isla rocosa y magnética, que se encontraba en el polo ártico, la cual daba la razón al movimiento de la aguja de las brújulas, señalando el Norte. La morfología de la esfinge descripta por Verne concuerda en cierta forma con la que dibujó el famoso cartógrafo flamenco Gerardus Mercator en 1595.



La fuente de inspiración de Mercator proviene de un libro llamado “Inventio Fortunata”, curioso nombre para un libro que hoy en día está perdido. Al parecer un diario de viaje escrito a mediados del siglo XIII[3] (otros autores mencionan el siglo XIV), contiene una descripción del polo norte, donde en el centro existe una isla magnética, la Rupes Nigra, rodeada de un remolino gigante y cuatro continentes.
Este libro perdido encierra misterio ya que aún se discute su autoría. Se dice que el libro es un diario de viaje escrito por un franciscano, un fraile minorita de Oxford, que viajaba a la región del Atlántico Norte en la década del 1360, realizando una media docena de viajes en nombre del rey de Inglaterra, Eduardo III. El libro describe lo que encontró en su primer viaje a las islas más allá de los 54º N, luego lo presentó a su rey. 
Fue precisamente en Oxford donde Roger Bacon sugirió la creación de un mapa científico del mundo (Opus Majus, 1266), lo que resulta probable de que halla encargado realizar el viaje a alguien. De todas formas su autoría hoy en día se disputa entre Nicolás de Lynn, Thomas Kingsbury y un tal Hugo de Irlanda.
Los exploradores del Atlántico que buscaban información en la década de 1490, tuvieron conocimiento del Inventio Fortunata a través de otro libro que era un resumen, llamado Itinerarium, escrito por un viajero, Jacob Cnoyen . Los exploradores buscaron el Inventio Fortunata pero fue en vano. Según el texto de Cnoyen en el viaje del fraile minorita inglés describe las tierras del norte y del oeste, donde se incluye el Polo Norte y  América hasta las tierras del Brasil, esta sorprendente descripción podemos verla en un mapa muy antiguo, su autor sin duda conocía aquel extraño libro, fue el del cartógrafo veneciano, Albertin de Virga en 1414.


Mapa de Albertin de Virga, 1414. América resaltada en rojo. La flecha señala la costa de Ecuador

“Casualmente” el libro Itinerarium también se perdió. La mayor parte de lo que sabemos hoy acerca del Inventio Fortunata es la carta que Mercator le escribió a su amigo John Dee el 20 de abril de 1577, hoy se encuentra en el Museo Británico.
Sin duda Verne conocía la historia del Inventio Fortunata. Pero lo que en realidad quería remarcar es el concepto de “isla magnética” que es mucho más antiguo. En el mismo relato toma prestada algunas definiciones de Ptolomeo quien fué el primero en mencionar la insula magnetum y en su libro Geographia en el siglo II. Ptolomeo nos decía que cualquier embarcación que llevara clavos de hierro se vería atraída por la magnetita existente en una isla, y que el magnetismo arrancaría los clavos del barco…

El macizo era un imán colosal. Bajo su influencia, las ligaduras de hierro de la canoa de la Halbrane  habían sido arrancadas y proyectadas, como impelidas por el resorte de una catapulta.[…]
Este fenómeno, ya experimentado en las regiones árticas, debe ser idéntico en las regiones de la Antártida.
Así, pues, existía un imán de intensidad prodigiosa, y habíamos entrado en su zona de atracción. Ante nuestros ojos se había efectuado uno de esos sorprendentes efectos que hasta entonces se habían considerado como fábulas.
¿Quién ha admitido nunca que los navíos puedan ser irresistiblemente atraídos por una fuerza magnética, y que sus herrajes se escapen, y sus canoas se abran, y la mar los trague por esta razón?... Y, sin embargo, así era...
La Esfinge de los hielos, Julio Verne

La intención de Verne de rescatar el concepto de Ptolomeo de las “islas magnéticas” y traerlo nuevamente, en este caso al siglo XIX, también forma parte de los “conceptos futuristas" de Julio Verne. Hoy en día están siendo objeto de estudio ciertas zonas, denominadas “anomalías magnéticas” en distintos lugares remotos del planeta. Precisamente en la Antártida fue descubierta un anomalía magnética en Lago Vostok.[4]

Horacio Alonso. 24/11/11


[1] Julio Verne, Veinte Mil Leguas de Viaje Submarino, París, 1869.
[2] Roy Thomas & Dann Thomas, The Dzyan Inheritance, Young All-Stars, DC Comics, Nº16 al 19,New York,1987-88.
[3] Gunnar Thompson, “New Found Land”.
[4] El Equipo SOAR (Support Office for Aerogeophysical Research), detecto cerca de 60.000 nanoteslas cuando una lectura normal de magnetismo esta entre los 1000 nanoteslas.

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